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Las "guerras civiles de Granada" fueron a todas luces una causa perdida desde el mismo instante de su planteamiento. Enfrentarse al monarca más poderoso de Europa, señor de ejércitos experimentados y de una de las armadas más potentes de su tiempo, en un territorio que tiene el mar por fronteras, sin armas, mal abastecidos, y con escasa ayuda exterior, pues el turco omo único oponente a Felipe II en el Mediterráneo cae lejos y se ocupa de momento en otras empresas de más alto riesgo para su país, no puede traducirse sino en una aventura demencial a la que solo podía llevar un estado anímico de desaliento y desesperación característico de toda minoría sojuzgada.

La batalla de Frigiliana, junto con las de Galera, Felix y Los Güajares, fue de las más trágicas de toda la contienda, tanto por los contingentes empleados, como por la dureza de los asaltos y pérdida de vidas humanas, Y fue a su vez la epopeya malagueña más sobresaliente después de la reconquista, hasta el punto de que cada vez que la ciudad solicitaba alguna merced real contaba como mérito que "En 1569...(Málaga) acudió a ganar el fuerte de Frigiliana".

El primer asalto se produce el sábado 28 de mayo sobre las diez de la mañana, en el que el corregidor Suazo emplea una fuerza de 1.500 hombres y 100 caballos de las guarniciones de Málaga y Vélez. Las dos compañías de Málaga (250 hombres cada una) van a cargo de los capitanes Pedro de Coalla y Hernando Duarte de Barrientos; las cuatro de Vélez las mandan Alonso Zapata, Beltrán de Andía, Marcos de la Barrera y Juan Moreno de Villalobos; la caballería la dirige Luis de Paz. El intento fracasa, hay desorden en la retirada y la gente de Zapata y Villalobos se vieron envueltos por los moriscos "dexando algunas banderas en peligro de perderse".


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