El casco antiguo de Frigiliana, de origen morisco-mudéjar, es sin duda uno de los mejor conservados de toda la provincia. Pasear por él, a cualquier hora del día, aunque muy especialmente por la noche, nos transportará en el tiempo a épocas pasadas, dejando de lado ruidos, vehículos circulando a nuestro lado, prisas, y en definitiva, todo aquello que vemos como habitual en nuestra vida cotidiana en la ciudad.
El conocido como Barribarto le deslumbrará de día por el reflejo del sol en sus siempre impolutas y encaladas fachadas, mientras que por la noche se verá inmerso en un ambiente silencioso, tan sólo roto esporádicamente por las charlas de algunos vecinos en los revellines de sus casas, o el movimiento de algunos turistas que aprovechan estas horas para conocer el casco antiguo.
En la actualidad el Casco Histórico de Frigiliana ha sido declarado como Conjunto Histórico Artístico, y es el verdadero símbolo representativo de Frigiliana, recibiendo cada día los elogios de las cientos de personas que lo visitan.
Las casas del Barribarto son un claro ejemplo de la arquitectura popular que es base del caserío actual, con alturas adaptadas al terreno, yuxtaposición como conjunto, sencillez exterior, estructuras de crujías, etc. No hay un trazado urbano premeditado, sino grandes manzanas comunicadas por calles en recodo.
Uno de los tramos que mejor ejemplifica este principio de la ciudad hispanomusulmana es el punto en que calle Hernando el Darra desemboca en Travesía y enlaza con calle Amargura y ésta con calle Alta hasta dar a parar a calle Zacatín, para finalizar en las traseras de la iglesia de San Antonio.
Los adarves son testimonio del urbanismo andalusí, éstos dan acceso a las casas que no tienen entrada directa desde las calles o necesitan una segunda puerta. La mayor parte de las veces es un pasillo o recodo que no permite más que acceder a un rellano que antecede a las entradas de las casas que convergen en ese espacio, aunque actualmente algunos de ellos se han convertido en pasajes al haber sido derribadas alguna de las casas a las que daba acceso para comunicar dos calles.
En Frigiliana se conservan algunos como los de calle Zacatín, el del Túnel, del Señor, la Huerta, de la Amargura, del Peñón, del Batanero, del Torreón, del Cura Soto, del Corralón y del Inquisidor.
De la que fuera alquería de Frigiliana sólo nos ha llegado lo más privado de su organización del espacio urbano, las casas y los adarves, nada de sus edificios públicos y de uso comunitario, como baños, mezquitas, zaouias, etc., los cuales, aunque no debieron ser de gran entidad, sí que debieron existir.