En este segundo cuadro es el cronista Hurtado de Mendoza quien nos ilustra sobre el modo de vida y causas que desencadenaron el controvertido conflicto morisco al publicarse póstumamente, en 1.627 sus impresiones sobre la guerra alpujarreña.
La población morisca de Bentomiz sufrió sensibles oscilaciones demográficas durante el periodo de referencia, pasando de un censo de más de 10.000 habitantes a fines del s.XV, a 7.000 aproximados en el momento de la confrontación. Valoremos que Málaga en este tiempo no sobrepasaba las 20.000 almas ni Vélez las 3.000, ya que la población total del reino se cifraba en 275.000 personas, de las que 125.000 eran moriscos.
El sosiego de la tierra a la que alude Hurtado no puede valorarse como un estado de permanencia constante, sino como un proceso intermitente de actuaciones humanas propias de cualquier sociedad en confrontación. Fueron ochenta años de hostigamiento con graves castigos del Santo Oficio, confiscaciones de bienes, intolerable presión fiscal, desprecio y ultraje de personas, religiión y costumbres, a la vez que por parte de los moriscos desde muy tempranamente se presenta un frente de hostilidad en el que proliferan las partidas de "monfíes" y se apoyan las incursiones berberiscas que acentúan la violencia y cunde el pánico entre la población cristiana.